22 oct 2007

VALLE DEL CAUCA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ

Por Célimo Antolínez

En contra de las apariencias y de la imagen prefabricada de joven
luchador, "echado pa'lante", interesado en la inversión social, Juan
Carlos Abadía representa plenamente los tres cánceres más peligrosos y
perjudiciales que invadieron la política vallecaucana y se enquistaron
en ella desde hace mucho tiempo: la corrupción, el narcotráfico y el
paramilitarismo. Los cuales crecen o se sostienen a través de todas
sus mutuas conexiones.

La ampulosa biografía de Juan Carlos Abadía, reforzada con la
cancioncita de campaña, intenta mostrar que es un político que ha
hecho de todo a pesar de su corta edad. La realidad, sin embargo, es
otra. No hay buenos resultados de su gestión en la Asamblea del Valle
ni en el Concejo de Cali. En este último se dedicó a ser cómplice de
las andanzas del alcalde Apolinar Salcedo y a disfrutar de la feria de
los contratos que éste ofreció a todos los concejales que lo apoyaron.
Si se entra en los detalles de su gestión y conducta políticas, se
observan inquietantes anomalías: contratación ficticia (como el
contrato de las hormigas arrieras en Cali), compra de líderes y
conciencias (a punta de chequera ha despedazado la disciplina
partidista de diversas organizaciones y movimientos en los pueblos del
Valle), amenazas a enemigos y críticos (el periodista "La monja" fue
visitado por sus hombres). En el nivel micro tampoco es el dechado de
virtudes que su publicidad –a la que algunos parlantes suyos en la
radio le hacen eco con regocijo que no disimulan– trata de promover,
pues se sabe que se embolsaba, cuando era concejal, gran parte del
sueldo de sus subalternos (su secretaria en el Concejo, por ejemplo,
en papeles se ganaba una suma que, de hecho, debía dividir con Abadía)
y que, además, compró materias y especializaciones en la Universidad
Santiago.

Su derrochadora y multimillonaria campaña, cuya publicidad se ve
profusamente en todos los municipios del Valle, viene dando una imagen
falsa suya que responde a una pose estudiada, en la cual sobresalen el
populismo y las respuestas aprendidas. Tan falsa es que hasta ha
cambiado su forma habitual de hablar, la cual ahora salpica de
diminutivos al mejor estilo del Presidente Uribe.

Cuando lo atacan o le recuerdan episodios de su trayectoria política y
de su grupo, intenta pasar como una víctima, él, a quien se le
reconocen las mañas y manejo de un político feroz. ¿"Pobre víctima"?
¿Él, que fue elegido Presidente de la Asamblea del Valle a los 24
años, Presidente del Concejo de Cali a los 26 y que es el
cuasi-gobernador? Cuando le recuerdan su edad e inexperiencia, no duda
en comparase, con el mayor cinismo, con Luis Carlos Galán joven, él, a
quien, por sus ideas, prácticas y costumbres políticas, se le
encuentra más semejanza con Alberto Santofimio. En sus discursos
sostiene que él sí representa un verdadero cambio de modelo en la
gestión pública, opuesto al clientelismo y la corrupción, y, sin
embargo, en todas partes aparece con el cuestionado senador Juan
Carlos Martínez, personajillo ligado a la mafia, la corrupción y el
clientelismo. El mundo al revés.

Juan Carlos Abadía, en su quehacer político, aplica la horma o el
molde que heredó de su padre, Carlos Herney Abadía Campo, quien fue
condenado a 56 meses de prisión en 1998 por recibir dinero narco en
sus campañas políticas, y quien, mientras estaba cumpliendo su pena,
se escapaba de la casa de lujo donde permanecía preso. Como Abadía
padre quedó impedido para volver a aspirar a cualquier cargo de
elección popular, le cedió el mando político de su movimiento a su
hijo; y en un primer lance o jugada le compró la Presidencia de la
Asamblea, ¿o habrá alguien que piense que un desconocido mozalbete que
apenas sabía balbucear llegó por merecimientos a tal cargo? En las
elecciones de 2002 el grupo político de la familia Abadía, el
Movimiento Popular Unido (MPU), volvió a ser acusado de financiarse
con dinero narco. Piedad Córdoba fue una de las personas que lo
denunció. Monseñor Duarte Cancino también realizó acusaciones
parecidas y, al poco tiempo, fue asesinado. Uno de los sospechosos de
la autoría intelectual de este execrable crimen es Abadía padre.

Carlos Herney Abadía, una vez en libertad, continuó su "trabajo
político", el cual ha estado centrado en proteger la carrera política
y posibilitar el protagonismo de su hijo. Además, ha continuado
apadrinando a Juan Carlos Martínez, quien hace diez años era un
insignificante y desconocido político de Buenaventura, pero que, con
el apoyo de la familia Abadía, fue elegido diputado del Valle en 1998
y senador en 2002 y 2006. Este congresista es, como ya se dijo, la
mano derecha de Juan Carlos Abadía y soporte importante en su actual
aspiración a la Gobernación.

Para Juan Carlos Abadía, la causa de la condena de su progenitor fue
simplemente "un error", que, al parecer, consistió en que se dejara
pillar en esa ocasión, pues su padre ha continuado haciendo lo mismo,
con más vehemencia ahora, tal vez. Además, el ejercicio de la política
asociado a la mafia, la corrupción y el paramilitarismo, o viceversa,
no puede ser calificado como un simple error. Juan Carlos Abadía,
beneficiario directo del imperio político de su padre, pues se
aprovecha de la forma de hacer política que desde el mismo se
implementa, es, sencillamente, un cómplice interesado. ¿Qué papel,
entonces, podrá cumplir como autoridad pública quien va a llegar a la
Gobernación respaldado por el mundo del delito? De seguir esta senda,
el Valle estaría precipitándose al abismo.

Antes de pensar en votar por Juan Carlos Abadía, reflexione:

Carlos Herney Abadía Campo, su padre, es uno de los sospechosos del
asesinato de Monseñor Duarte Cancino, crimen que sigue sin aclararse.
Es un oscuro politicastro que cree que todo lo puede comprar con
dinero. Es denominado el "hombre del maletín" porque se basa en el
soborno para lograr apoyos.

Las organizaciones políticas que respaldan su candidatura saben que,
con él en la Gobernación, el botín está asegurado. El siniestro Juan
Carlos Martínez, Apolinar Salcedo y sus cuarenta ladrones, el corrupto
Tyrone Carvajal y otros depredadores del erario forman parte de su
campaña política.

La Gobernación en poder de Abadía sufrirá un modelo de gobierno muy
similar al agenciado por Apolinar Salcedo desde la Alcaldía de Cali.

Abadía fue el único candidato a la Gobernación que no quiso firmar un
pacto que lo comprometía con la inversión social.

Cuando llegó a la Presidencia del Concejo de Cali en 2006, Juan Carlos
Abadía dijo, entre otras, la siguiente frase que parece un chiste:

"Estoy seguro que cumpliremos nuestras metas, pues nos sumamos al
pacto social y de transparencia promovido por el Alcalde Apolinar
Salcedo, y a través de este mecanismo sacaremos adelante las finanzas
públicas para sanearlas, ya que se acabó el divorcio interno que había
en la Corporación y vamos a trabajar de la mano con la
Administración." (Negrillas mías.)

Si quiere saber más sobre Abadía y su grupo, lea los siguientes artículos:

Oigan, miren, vean. Columna de Daniel Coronell en la revista Semana.
http://72.35.86.196/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=98034

Por un Valle incluyente y pacífico. Columna de Mauricio Cabrera en el
diario El País.
http://www.elpais.com.co/historico/sep232007/OPN/opi04.html

Los Juan Carlos del Valle. Articulo publicado en la revista Semana.
http://www.semana.com/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=105515

Piedad Córdoba cuestiona origen de los fondos de campaña de dos
candidatos vallecaucanos.
http://www.terra.com.co/elecciones_2002/noticias/12-02-2002/nota48885.html
Candidatos cándidos. Columna de Antonio de Roux en el diario El País.
http://www.elpais.com.co/historico/oct012007/OPN/roux.html

El regreso del estilo Apolinar. Columna de Diego Martínez Lloreda en
el diario El País.
http://www.elpais.com.co/historico/ago172007/OPN/opi01.html

Los chicos malos

Por: Julio César Londoño
Los chicos malos
Octubre 06 de 2007

Hay dos muchachos que nos tienen a todos con los pelos de punta. Y no es para menos: a pesar de su juventud, tienen la sartén por el mango y ya exhiben currículos inquietantes. Juan Carlos Abadía tiene 28 años, es administrador de empresas, hijo de Carlos Herney Abadía Ocampo, el padrino político de Juan Carlos Martínez, padrino a su vez de Juan Carlos Abadía. Don Carlos Herney fue condenado en el Proceso 8.000 por haber recibido dineros del Cartel de Cali, se fugó de la casa fiscal donde purgaba su pena y fundó luego el Movimiento Popular Unido, que avaló en el 2002 a los ‘parasenadores’ Miguel de la Espriella y Eleonora Pineda, ambos "en Canadá’ hoy.

Juan Carlos Abadía cuenta con el apoyo de Convergencia Ciudadana, movimiento que tiene cinco de sus siete congresistas involucrados en el berenjenal de la parapolítica. Los analistas coinciden en que su campaña gasta demasiado, que luce “muy desarticula-do” en los foros, que los gastos asignados del Concejo de Cali crecieron 50% durante su presidencia y el control fue tan laxo que Apolinar hizo lo que hizo. Si es así, como va a ‘cuidar’ al Departamento ¡qué Dios nos tenga de su mano!

Juan Carlos Martínez pasó de pequeño comerciante de Buenaventura a omnipotente senador de la República en sólo diez años. La Corporación Arco Iris lo señala como “beneficiario de altas votaciones en sectores del Valle dominados por paramilitares”. Tiene trece alcaldías en Cauca y Valle, el Consulado de Panamá, la gerencia nacional de Invías, la dirección de la CVC y la oficina regional del Incoder (Putumayo, Nariño, Cauca y Valle), cuyo director fue destituido cuando se comprobó que les estaba entregando las tierras destinadas a la reparación de las víctimas de la guerra a reconocidos jefes paramilitares. A otro hombre de su cuerda, Carlos Quiñones, secretario de salud de Cauca, se le descubrieron $3.000 millones de sobrecostos en un contrato firmado por él (compraba acetaminofén a $5.000 la pastilla). Los que lo conocen dicen que Martínez evita figurar junto a sus candidatos porque es consciente de que su imagen los perjudica.

Razón tienen los vallunos en preocuparse, máxime cuando ciertas mediciones dan como gran favorito a Abadía. Pero yo no creo en la holgura que estas encuestas le atribuyen a tan "listo" muchacho. Estoy seguro de que los vallecaucanos no seremos inferiores a las circunstancias y justo ahora que el Valle muestra los mejores índices de crecimiento económico en muchos años, no vamos a cometer la torpeza de elegir a Abadía. (Fuentes: Antonio de Roux, El Pais, 01.10.07. Revista Semana Nº 1319).

7 sept 2007

Los Juan Carlos del Valle (Revista Semana 08/11/2007 -1319)

Juan Carlos Abadía y su padrino, el senador Martínez Sinisterra, no sólo se enfrentan a otros candidatos, sino a denuncias sobre su pasado y sobre sus actuaciones políticas.

Juan Carlos Abadía y Juan Carlos Martínez Sinisterra son dos nombres que, por estos días, dan mucho de que hablar en el Valle del Cauca. El primero es candidato a la Gobernación. El segundo, su principal apoyo político. Sus contradictores aseguran que en la campaña están apelando a todo tipo de artimañas y que el dinero corre a rodos. Ellos se defienden con el argumento de que las denuncias y acusaciones en época electoral suelen ser gratuitas y se deben tomar con beneficio de inventario.

Pero la historia no favorece al polémico binomio de los dos Juan Carlos. El hombre clave detrás de ellos es Carlos Herney Abadía Campo (padre del aspirante a la Gobernación y padrino político de Martínez), un controvertido ex senador liberal del proceso 8.000 y también famoso por haberse fugado de las casas fiscales de Bogotá (Las Villas), donde purgaba condena por los dineros que le recibió al cartel de Cali. Es, además, el fundador del Movimiento Popular Unido (MPU), partido que en 2002 avaló a varios candidatos al Congreso que ahora están en el ojo del huracán por la para-política. Miguel de la Espriella y Eleonora Pineda, hoy en prisión, son dos de ellos.

Juan Carlos Abadía es un administrador de empresas que, a su corta edad, 28 años, ya ha ocupado la presidencia de la Asamblea del Valle y del Concejo de Cali. Inscribió su candidatura a la Gobernación del Valle como independiente con el respaldo de 140.000 firmas, pero cuenta con el apoyo de Convergencia Ciudadana, algún sector del uribismo, liberales y conservadores disidentes. Si bien comenzó muy joven en política, y en las entrevistas se le veía desarticulado, quienes lo conocen bien -como varios de sus compañeros del Concejo- dicen que le cabe plenamente el adagio de que "hijo de tigre sale pintado" y que ahora es todo un animal político.

Hace poco, el joven Abadía jugó un papel protagónico en el escándalo que se desató por una serie de contratos que están siendo investigados, y cuyo valor asciende a 25.000 millones de pesos. En la primera reunión privada que sostuvo el nuevo alcalde, Ramiro Tafur -quien reemplazó a Apolinar Salcedo después de su destitución por parte de la Procuraduría- con los concejales de Cali, Abadía pidió la palabra para solicitarle al burgomaestre respetar un contrato por más de 1.000 millones de pesos que, según dijo, pertenecía a la fundación de universidades del Eje Cafetero. El objeto del contrato es socializar la fumigación contra la hormiga arriera con las comunidades de la zona rural aledaña a Cali. Tafur le contestó que ese era el primer contrato que pidió investigar por irregular, pero Abadía le insistió en el tema. Hoy ese contrato está congelado y la Fiscalía, la Procuraduría y la Oficina del Zar Anticorrupción lo tienen bajo la lupa.

Juan Carlos Abadía es muy popular entre los periodistas locales. Se hizo conocido porque en una ocasión, para conquistar a una presentadora de un noticiero de televisión, mandó cubrir el carro con pétalos de rosa, mientras la periodista se arreglaba en un salón de belleza.

Al heredero del clan Abadía, los líos con las autoridades no le son desconocidos. En la actualidad enfrenta dos investigaciones en la Procuraduría. La primera, en la que está involucrado con otros 15 ediles, por haber elegido como contralor de Cali a Miguel Piedrahíta, quien aparentemente estaba inhabilitado. El contralor habría favorecido a Abadía, al anular varias investigaciones que podrían truncarle su aspiración a la Gobernación. La segunda tiene que ver con el cambio en el uso del suelo de un sector de la ciudad, que permitió la venta de un club social muy afamado, cuyos propietarios habrían repartido dinero entre los concejales que aprobaron la medida. Allí se menciona su nombre.

Pero si Abadía genera polémica, su principal apoyo político no se queda atrás. La fugaz carrera de Juan Carlos Martínez Sinisterra ha sido meteórica. Hace 10 años era un desconocido comerciante en Buenaventura, y de la mano de los Abadía logró un escaño en la Asamblea del Valle en 1998. En 2002 ingresó a las grandes ligas de la política nacional y se convirtió en congresista por el MPU de los Abadía. En 2006 saltó a Convergencia Ciudadana y consiguió la segunda votación de su nuevo partido.

En la actualidad es la cabeza visible de esa colectividad y fue mencionado por la Corporación Arco Iris como "beneficiario de altas votaciones en sectores del Valle que dominaron los paramilitares", aunque no tiene procesos formales en su contra.

Martínez se jacta en reuniones privadas de su amplio inventario burocrático. Dice contar con 13 alcaldías en Cauca y Valle, con el consulado de Panamá, con el Invías de todo el país, con la Corporación Autónoma del Valle y, como si fuera poco, con línea directa con la Presidencia de la República. Quienes lo conocen dicen que es un tipo hábil que no busca figurar, pues reconoce que su cercanía pública no le conviene a ningún candidato. En noviembre de 2005 estalló uno de los primeros escándalos en que se vio involucrado el senador Juan Carlos Martínez. Fue cuando Andrés Felipe Arias, ministro de Agricultura, destituyó de manera fulminante a José Tovar, director de la oficina del Incoder que maneja los departamentos de Putumayo, Nariño, Cauca y Valle. Graves irregularidades en la asignación de tierras y propiedades investiga la Fiscalía por este caso. En su defensa, Tovar dijo en su momento que "no me va a pasar nada porque tengo el respaldo del senador Martínez".

Los escándalos han continuado. Hace un año, María Carlota Jaramillo, contralora del Cauca, encontró sobrecostos en un contrato de la Secretaría de Salud por 3.000 millones de pesos para comprar medicamentos. "Pagaban el acetaminofén lo a 5.000 pesos la unidad", denunció la contralora. Ante la gravedad de los hechos, Juan José Chaux, gobernador del departamento, tuvo que destituir al secretario de Salud, Carlos Quiñones, personaje de la cuerda de Martínez. El senador liberal Luis Fernando Velasco emplazó públicamente al gobernador Chaux por este asunto. "Quiero denunciar que en Cauca un cartel de drogas lícitas e ilícitas se quiere tomar la política", aseveró Velasco.

En la actualidad, otra denuncia pública involucra a Martínez. Se trata de las amenazas que ha recibido uno de los candidatos a la Alcaldía de Buenaventura, Héctor Copete. Este ingeniero cree que las amenazas contra su vida podrían venir de la campaña de su contendor, José Feliz Ocoró. "Acá lo que pasa es que a Copete lo apoyan Dilian Francisca Toro y el partido de La U, mientras que a Ocoró lo respaldan el senador Martínez y Convergencia Ciudadana, y ellos han dicho que ganan o ganan", sostienen varios líderes del puerto consultados por SEMANA.

La controversia sobre Martínez no se circunscribe sólo al plano local. El pasado 20 de julio, en la votación para escoger la mesa directiva del Senado, los acuerdos en el interior del uribismo -pactados en 2006- establecían que la vicepresidencia sería para Convergencia Ciudadana. El gobierno hizo lobby para que Martínez ocupara el cargo y evitar desequilibrios en la coalición. Varios congresistas, incluso uribistas, no consideraron sano que Martínez estuviera en esa posición. Por eso, de un momento a otro, muchos votaron por el candidato del Polo, Iván Moreno Rojas, quien finalmente ganó.

Al calor del debate electoral, los contradictores de Abadía y de Martínez están diciendo de todo. "Están comprando el apoyo de los líderes cívicos, concejales y diputados con maletines llenos de dinero", dicen en los pueblos. "Así no hay lealtad que aguante", se quejan en voz baja algunos candidatos. Así, con ese tono de sospecha y tufillo de corrupción, está entrando en la recta final la contienda electoral en el Valle del Cauca.

La competencia será dura. En los últimos sondeos de opinión hay un cabeza a cabeza en el primer lugar entre Abadía y el conservador Francisco Murgueitio. De cerca los siguen la liberal María del Socorro Bustamante; el candidato del Polo, Orlando Riascos, y Alejandro De Lima, un independiente. La semana pasada Fabiola Perdomo, una de las viudas de los diputados de Valle asesinados hace 45 días por las Farc luego de pasar cinco años en cautiverio, inscribió su nombre para competir en octubre por el primer cargo del departamento.

Su inclusión en la baraja de candidatos podría cambiar el panorama electoral en el Valle, en donde la polarización entre Abadía y los demás candidatos es lo único claro. De hecho, existe un principio de alianza entre seis de los aspirantes para unirse bajo un solo nombre y enfrentar el final de la contienda. A esta coalición por el Valle, como la han llamado sus defensores, no fue invitado Abadía. Las posibilidades de que esto funcione por ahora parecen muy pocas, pues parece difícil que candidatos de distintos partidos estén dispuestos a declinar sus aspiraciones para favorecer un tercero.

Este es, en síntesis, el panorama político del Valle, a un poco más de dos meses de los comicios. La campaña promete ser caliente, por la cantidad de dinero, por la polarización entre Abadía y el resto, y por el alto voltaje de las recriminaciones que ya se siente entre los candidatos. También, desde luego, porque el departamento del Valle se está jugando su suerte.

Bienvenidos

Es este Blog, hemos publicado algunas de las atrocidades a las que ha estado vinculado el Sr. Juan Carlos Abadía (Candidato a la Gobernación del Valle del Cauca).
Vallecaucano, ¡¡¡ VOTA BIEN !!!